Apenas al *minuto 3, Fluminense pegó primero y de lleno, con un cabezazo certero de **Germán Cano* tras un centro desviado que encontró hueco entre los centrales del Inter de Milán. Fue el paso uno de un golpe que ya anticipaba una hazaña. El partido siguió adelante, Inter reaccionó, pero se topó una y otra vez con un muro brasileño y a un meta veterano que detuvo lo imposible. El gol de *Hércules*, en tiempo añadido, certificó la sorpresa. Pero la postal fuerte fue otra. Cano, reemplazado y mirando el estadio desde el banco, *se quebró en lágrimas*. No fueron sólo por el gol: reflejaron la emoción de un argentino que, a los 37 años, vive un sueño lejano al césped local. Fueron lágrimas de victoria, de orgullo, de pertenecer a esta historia tan fuerte. Y aunque Fluminense festejó a lo grande, la escena de Cano humedeciendo los ojos llegó directo al alma: una infusión de patriotismo compartido, lejos de la camiseta albiceleste. Su gol marcó el inicio de un golpe histórico: eliminar al campeón de Europa, avanzar a cuartos y dejar al mundo mirando. En un Mundial de Clubes donde los argentinos sufrieron eliminaciones, él regaló un momento caliente, impulsado por actitud, corazón y una definición tan limpia como un sueño hecho realidad.   Lo que queda * Fluminense vs. Manchester City/Al?Hilal* los espera en cuartos este viernes en Orlando. * Cano*, figura del torneo, ya suma goles y liderazgo emocional. * El fútbol, otra vez, se escribe con pasión argentina, y Cano lleva la pluma con sus lágrimas y su gol.