Mundial de Clubes

El último tango de Fideo: gol, abrazo familiar y emoción pura

Ángel Di María marcó de penal el empate agónico del Benfica ante Chelsea y lo celebró con lágrimas. Su esposa y sus hijas, en primera fila, lo vivieron con el corazón en la mano. Un gol que no fue cualquiera: fue un símbolo de cierre, orgullo y pertenencia. Fútbol argentino en estado puro.

  • 29/06/2025 • 11:29

                              

 

 

En el fútbol hay goles que valen puntos y hay goles que valen la vida. Lo de *Ángel Di María* este domingo fue más que una igualdad: fue una postal, una declaración de amor al juego, a la familia, y a una carrera que no deja de emocionar. Fideo, ese zurdo eterno de El Pueblito, le dio el empate al *Benfica* con un penal ejecutado con alma y precisión, pero lo más fuerte vino después.

 

Con la red aún temblando, el rosarino miró a la tribuna, donde su *esposa Jorgelina y sus hijas* se deshacían en lágrimas y abrazos. No fue un festejo más. Fue un instante suspendido en el tiempo, como si el gol hubiera sido para ellas. Porque lo fue. Porque este Di María, el que supo ser héroe olímpico, campeón de América y del mundo, hoy también es papá, marido, símbolo.

 

A sus 37 años, y con la elegancia intacta, Di María sigue dejando huella. Con la camiseta del Benfica, el club que lo vio volar a Europa, volvió a demostrar que el talento no tiene fecha de vencimiento. Con un temple admirable, agarró la pelota cuando más quemaba y no falló. Le pegó con alma y la clavó. Gol, grito, mirada al cielo… y directo al abrazo de los suyos.

El partido fue apenas la excusa. El empate ante *Chelsea* quedará en la estadística. Lo que no se borra es el gesto de Fideo señalando a sus hijas, el abrazo con Jorgelina, y esa sonrisa que mezcla alegría con nostalgia. Porque este gol tiene sabor a cierre, a legado, a historia contada en capítulos inolvidables.

En un fútbol cada vez más de plástico y marketing, *Di María sigue jugando con el corazón en la camiseta*, como en los potreros de su Rosario natal. Y eso vale oro. O en su caso, otra medalla para colgar en el alma.