Selección

Con Almada y vida: Argentina rescató un empate agónico ante Colombia en Núñez

La Selección sufrió más de la cuenta en una noche gris en el Monumental, pero apareció Thiago Almada para empatar 1-1 con un gol de orgullo puro. Messi no pudo brillar, Enzo fue expulsado y Colombia estuvo cerca del batacazo.

  • 11/06/2025 • 11:03



 

Así es el fútbol. Inexplicable, cambiante, caprichoso. Porque Argentina parecía condenada a una derrota inevitable: no salía una, el equipo estaba incómodo, Messi ya se había ido al banco, Enzo Fernández había visto la roja, Scaloni había probado todas las fórmulas posibles... y nada. Todo hacía pensar que la fiesta en el Monumental iba a ser ajena, con Colombia robándose los tres puntos en Núñez. Hasta que apareció Thiago Almada, el pibe con alma y vida, para rescatar un empate agónico que se gritó como un triunfo.

La noche había comenzado torcida. Luis Díaz se encargó de dejarlo claro con una jugada personal de esas que valen una entrada: encaró por izquierda, desparramó a medio fondo argentino y definió cruzado para el 1-0. Colombia, necesitado de puntos para no quedarse afuera de la zona de clasificación, jugó con el cuchillo entre los dientes y tuvo más de una chance para liquidar el pleito.

Argentina, en cambio, estuvo apagada. De Paul y Molina no volvieron del vestuario en el segundo tiempo. Nico González volvió a sufrir el síndrome del “casi gol” y Julián Álvarez chocó con todo lo que se le puso enfrente. Messi, bien tomado por la marca, no pudo hacer diferencia. Y cuando Scaloni decidió sacarlo para cuidar su físico, el Monumental entero se quedó sin aire.

Avivada y doble caño: el golazo de Thiago Almada para Argentina ante Colombia por las Eliminatorias

Pero si este equipo se hizo campeón es, entre otras cosas, porque nunca baja los brazos. Y anoche lo volvió a demostrar. Con uno menos, con alma, corazón y algo de rebeldía, apareció Thiago Almada para inventar el empate: una jugada personal, coraje, fe y definición para el 1-1 que desató el delirio en las tribunas.

No fue la mejor versión de Argentina. Faltó juego, faltó sorpresa, sobró imprecisión. Pero el fuego sagrado sigue intacto. Ese que aparece en las malas. Ese que transforma un punto en una inyección de carácter.

El “dale campeón” bajó de las gradas cuando el pitazo final selló la igualdad. Porque no se gana siempre jugando bien. A veces se empata con alma y vida. O con Almada y vida.