Ambos equipos quedaron afuera en fase de grupos, generando decepción y enojo en sus hinchadas. *Boca*, tercero del Grupo C con apenas 2 puntos y sin victorias, sufrió un verdadero papelón ante Auckland City al empatar con un equipo semiprofesional. Entre un empate bochornoso y dos expulsiones, su participación fue una radiografía de la crisis institucional que atraviesa el club. *River*, por su parte, arrancó con una victoria ante Urawa, empató con Monterrey y dependía de sí mismo para avanzar, pero no pudo contra Inter y fue eliminado pese a su esfuerzo. Su derrota expuso un déficit físico y de autoconfianza, con expulsiones clave y un final caliente en Seattle .   ¿Quién la pasó peor?  River, con rivales que en teoría eran accesibles (Urawa, Monterrey), tenía obligación de avanzar, a diferencia de Boca, que cayó en un grupo duro con Bayern y Benfica      Boca no ganó ningún juego y nunca mostró solidez, incluso contra el rival más modesto; River logró sumar 4 puntos, ganó un partido, pero falló cuando lo necesitó  El final de River fue más tenso, con expulsiones y gestos de bronca. Boca, aunque equilibrado, caminó en el terreno del bochorno deportivo Las redes se inundaron de memes y acusaciones de “karma” futbolístico, con hinchas de ambos clubes recibiendo burlas tras sus fracasos River cargó con un “medalla de plomo”: debió avanzar y falló, con garra pero sin contundencia. Boca protagonizó el escándalo: sin ganar, empatando con un equipo semiprofesional y ahondando su crisis interna. En definitiva, el fracaso de River duele por lo que quedó en el camino; el de Boca por lo que mostró en esos partidos. La comparación es dura, pero ambos dejaron claro que su momento es de reconstrucción, no de gloria.