La eliminación de Boca Juniors en el Torneo Apertura, tras caer 1-0 ante Independiente en La Bombonera, marcó el cierre del interinato de Mariano Herrón al frente del primer equipo. El entrenador, que asumió tras la salida de Fernando Gago, enfrentó no solo desafíos tácticos y deportivos, sino también tensiones internas que complicaron su gestión. Durante su breve paso por el banco xeneize, Herrón dirigió tres encuentros: un empate 1-1 frente a Tigre, una victoria por penales ante Lanús tras igualar sin goles y la mencionada derrota ante el Rojo. Sin embargo, más allá de los resultados, su ciclo estuvo marcado por una relación compleja con el plantel. Según informes, algunos referentes del equipo cuestionaron sus decisiones y mostraron disconformidad durante las prácticas, especialmente cuando se dividían los grupos de titulares y suplentes. Herrón, por su parte, mantuvo su profesionalismo y estableció reglas claras, pero la falta de respaldo total se hizo evidente. En conferencia de prensa tras el empate con Tigre, Herrón admitió errores en el planteo inicial y reconoció que debió hacer ajustes durante el partido para mejorar el rendimiento del equipo.  En cuanto a la situación contractual, el Consejo de Fútbol de Boca busca oficializar la llegada de un nuevo entrenador lo antes posible. Sin embargo, antes deberá resolver la rescisión de Fernando Gago, ya que, según el convenio de la Asociación de Técnicos de Fútbol Argentino (ATFA), no se puede contratar a otro técnico sin haber finalizado legalmente el vínculo anterior.  Con la mira puesta en el Mundial de Clubes, que se disputará en Estados Unidos a mediados de junio, Boca necesita definir su rumbo y encontrar un líder que pueda encauzar al equipo en un momento clave de la temporada. Herrón, por su parte, regresará a su rol en la Reserva, dejando atrás un interinato que, aunque breve, dejó lecciones y desafíos para el futuro del club.